La intolerancia a la lactosa es un fenómeno sanitario. Está muy extendida en todo el mundo, aunque su frecuencia varía de una región a otra. Es especialmente común en el África subsahariana y Asia: allí, entre el 80 y más del 95 por ciento de las personas son intolerantes a la lactosa.


En caso de intolerancia a la lactosa, la lactosa de los alimentos no se digiere o se digiere de forma incompleta como consecuencia de una falta o producción reducida de la enzima digestiva lactasa, lo que provoca intolerancia a la leche y los productos lácteos. Si no se producen síntomas, se habla de malabsorción de la lactosa.

¿Qué es la lactosa?

La lactosa (azúcar de la leche) es un azúcar que se encuentra de forma natural en la leche. Se compone de dos moléculas de azúcar, el azúcar mucílago (galactosa) y la glucosa (glucosa). La lactosa sólo se encuentra de forma natural en la leche de los mamíferos, incluida la leche materna humana. Todos los tipos de leche que consumimos hoy en día, ya sea de vaca, de cabra o de oveja, contienen aproximadamente la misma cantidad de lactosa. Lo mismo ocurre con los productos elaborados a partir de estos tipos de leche, como el queso de oveja o de cabra.


¿Por qué algunas personas no toleran la lactosa?

La enzima lactasa, que se encuentra en el intestino delgado de toda persona sana, desdobla la lactosa en sus dos componentes, que pueden ser absorbidos por la sangre a través de la mucosa intestinal. En definitiva, todos los signos de intolerancia a la lactosa se deben a la ausencia o deficiencia de la enzima lactasa. Si el intestino delgado produce poca o ninguna lactasa, la lactosa sólo puede digerirse de forma limitada o no puede digerirse en absoluto.


No todo el mundo es capaz de descomponer y utilizar la lactosa. La intolerancia a la lactosa es una deficiencia de la enzima lactasa. Como consecuencia, la lactosa no puede dividirse y digerirse de forma natural en el intestino delgado.


Síntomas

Los síntomas siempre aparecen en relación con el consumo de productos lácteos o alimentos que contienen lactosa. A menudo, los primeros síntomas de la intolerancia a la lactosa comienzan unos minutos después de comer, pero como muy tarde al cabo de dos horas. Dependiendo de la forma de intolerancia a la lactosa, los síntomas son diferentes. Los más frecuentes son dolor abdominal, flatulencias de leves a intensas y náuseas hasta diarrea. También pueden aparecer sensación de saciedad, calambres y vómitos.


Síntomas como flatulencias, náuseas y eructos suelen aparecer poco después de ingerir alimentos que contienen lactosa. Sin embargo, los síntomas parecidos a la diarrea también pueden aparecer horas después e incluso durar varios días. Además de los síntomas del aparato digestivo, muchas personas sufren también fatiga general, dolores de cabeza, cansancio y malestar general.


Además de los síntomas que afectan al tracto gastrointestinal, existen otras molestias poco específicas como dolores de cabeza, mareos y trastornos del sueño.


Dieta en caso de intolerancia a la lactosa

El principio de la dieta en caso de intolerancia a la lactosa consiste en restringir o evitar el consumo de leche y productos lácteos, así como de alimentos que los contengan.


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