El término intolerancia a la fructosa (también conocido como malabsorción de fructosa) se refiere a una intolerancia a la fructosa. La intolerancia a la fructosa se da en casi el 30 por ciento de los centroeuropeos, lo que la convierte en una de las intolerancias alimentarias más comunes. En comparación, "sólo" el 15 por ciento de los europeos padece intolerancia a la lactosa.


La intolerancia a la fructosa es una mutación genética congénita que imposibilita al organismo descomponer la fructosa debido a la deficiencia de una determinada enzima hepática. Los pacientes que padecen intolerancia a la fructosa ya desarrollan trastornos gastrointestinales cuando son bebés o niños pequeños al consumir fructosa, así como niveles bajos de azúcar en sangre (hipoglucemia) potencialmente mortales y disfunción hepática.

¿Qué es la fructosa?

Fructosa significa azúcar de la fruta. La fructosa no sólo tiene la misma fórmula química que la glucosa ("dextrosa"). La fructosa pertenece al grupo de los hidratos de carbono y, al igual que la glucosa (glucosa), es uno de los llamados monosacáridos. Los monosacáridos están formados por muchas moléculas individuales de azúcar. Como la fructosa puede producirse industrialmente a muy bajo coste desde los años 70, se suele añadir a los alimentos y a menudo se declara como "edulcorante natural de la fruta".


¿Por qué algunas personas no toleran la fructosa?

Las personas con intolerancia a la fructosa no pueden digerir correctamente el azúcar de la fruta. Este trastorno metabólico puede ser congénito o adquirido. Sin embargo, esto no significa que los afectados tengan que prescindir por completo de la fruta. Suelen tolerar pequeñas cantidades. Esto es diferente con la rara intolerancia hereditaria a la fructosa, en la que debe seguirse una dieta muy estricta de intolerancia a la fructosa.


Causa

Normalmente, la fructosa se absorbe bien, es decir, pasa al torrente sanguíneo a través de la pared intestinal. Esto es posible gracias a transportadores especiales en la mucosa intestinal. En caso de mala absorción de la fructosa (intolerancia intestinal a la fructosa), el transporte de la fructosa en el intestino está perturbado.


El organismo puede absorber menos de 25 g de fructosa por hora. Por tanto, la fructosa no se absorbe o sólo se absorbe de forma incompleta.


Por lo tanto, llega a secciones más profundas del intestino donde las bacterias lo descomponen en ácidos grasos de cadena corta, hidrógeno y dióxido de carbono. Esto provoca molestias que pueden variar en función de la cantidad absorbida.


Formularios

La intolerancia hereditaria a la fructosa debe distinguirse de la intolerancia intestinal a la fructosa. Se trata de una forma congénita y muy poco frecuente de intolerancia a la fructosa, causada por la falta de una enzima. Los afectados tienen que renunciar por completo a la fructosa en su dieta durante toda su vida. En cambio, muchas personas con intolerancia intestinal a la fructosa pueden tolerar pequeñas cantidades de fructosa, dependiendo de la gravedad del trastorno.


La intolerancia intestinal a la fructosa (malabsorción de fructosa) es una intolerancia alimentaria generalizada en la que el transporte de fructosa a la sangre no funciona correctamente, por lo que el organismo sólo puede procesar una pequeña cantidad de fructosa. Como consecuencia, la fructosa permanece en el tubo digestivo. Como la fructosa no es necesaria en el intestino delgado, llega al intestino grueso, donde es transformada por las bacterias intestinales. Este proceso se denomina fermentación. Este proceso produce gases como metano, carbono e hidrógeno. Éstos, a su vez, pueden provocar flatulencias desagradables.


La intolerancia hereditaria a la fructosa es muy rara y es un trastorno metabólico congénito hereditario muy grave y no curable. Se sabe que la causa de la enfermedad es una deficiencia de la enzima "Aldosa B". Debido a la insuficiencia de la enzima Aldosa B, la fructosa-1-fosfato se almacena en los órganos internos del cuerpo, lo que impide la acumulación de glucosa a partir de la fructosa. Sin embargo, la glucosa es un azúcar esencial. Por ello, una conversión insuficiente en el organismo provoca hipoglucemia. Quienes padecen esta afección tienen que prescindir por completo de la fructosa en su dieta durante toda su vida.


Síntomas

Los síntomas aparecen tras la ingesta de alimentos que contienen fructosa o sorbitol. El sorbitol (también conocido como sorbitol o E 420) es un sustituto del azúcar que puede convertirse en fructosa en el hígado. Dado que la sacarosa (azúcar doméstico) está formada por moléculas de fructosa y glucosa, su consumo también provoca molestias.


Como consecuencia de la descomposición de la fructosa en el intestino grueso, los afectados pueden experimentar síntomas como flatulencia, calambres, diarrea, náuseas y ruidos abdominales.

También es posible que se produzcan cambios en la flora intestinal a largo plazo, lo que puede tener un efecto negativo en la producción de ácido fólico en la misma, entre otras cosas.

A largo plazo, también pueden aparecer fatiga, depresión e irritabilidad, ya que se restringe la absorción de determinados nutrientes.


Dieta para la intolerancia a la fructosa

Muchos de los que padecen intolerancia intestinal a la fructosa pueden tolerar pequeñas cantidades de fructosa, dependiendo de la gravedad de la afección. Los afectados por intolerancia hereditaria a la fructosa deben evitar por completo el azúcar de la fruta en su dieta durante el resto de su vida.


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